jueves, 7 de febrero de 2008

La policía interpretó a su manera el juicio a los represores


Un abogado, militantes y periodistas reclaman explicaciones por la detención

La paradoja es tan evidente que hasta parece irreal. Sin embargo ocurrió este martes, a pocos metros de donde comenzaba el juicio a los represores del Regimiento de Infantería 9. Un integrante de la agrupación Barrios de Pie, que acababa de participar de la manifestación de apoyo al juicio, fue detenido por agentes de la policía de la provincia. Iban a trasladarlo a la comisaría por "averiguación de antecedentes" hasta que intervinieron otros militantes, el abogado Hermindo González y un grupo de periodistas.

Según explicaron los responsables de la detención, el joven estaba demorado por no tener el documento de identidad consigo y por "sospechoso". Ni los agentes ni el jefe del operativo, convocado al lugar para aclarar la situación, pudieron explicar de qué se lo acusaba. Así, mientras los policías insistían en llevárselo, González y la ex legisladora Araceli Ferreyra se aferraron a él para intentar liberarlo. El forcejeo provocó la reacción de los demás integrantes del movimiento barrial y la intervención de dos agentes de la ex Brigada de Investigaciones vestidos de civil.


Hubo forcejeos y corridas con la policía hasta conseguir la liberación del joven

Aunque finalmente el militante fue liberado, el incidente abre un interrogante sobre el contexto en el que ocurrió. Porque si los juicios a los responsables del genocidio durante la última dictadura significan el quiebre de una larga historia de impunidad, hechos como éste hacen pensar que poco y nada está cambiando. Es ingenuo pensar que la represión terminó con la recuperación de la democracia. Aunque más solapada, cobrándose víctimas que a nadie importan, ignorada por los grandes medios, la persecución a lo pobres, a los trabajadores y a los luchadores populares es una realidad.

En diciembre de 2001 una patrulla de la policía provincial fusiló a Ramón Arapí, con la represión a los "saqueos" de supermercados como telón de fondo. Sólo tres años después, agentes de la misma institución concluyó una razzia en el barrio Quinta Ferré matando a golpes al dirigente barrial Ramón Arce. En enero de 2006, tres chicos murieron a raíz de un incendio en la celda en la que se encontraban detenidos: los guardias prefirieron ponerse a salvo antes que dejarlos salir de su encierro.


Los policías de civil también hicieron "inteligencia" fotografiando a manifestantes

Aunque la enumeración de casos con víctimas fatales puede extenderse hasta el hartazgo, los abusos de las fuerzas de seguridad se repiten cotidianamente. Desde la inexplicable detención, hace pocas semanas, de un fotógrafo en las oficinas del Correo Argentino, hasta los "operativos" en los que diariamente se requiere documentación y se demora a motociclistas, la doctrina policial se basa en la inversión de uno de los principios fundamentales del Derecho: todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario.

Pero así como es necesario romper la tradición de impunidad, quizás es momento de comenzar a preguntarse para qué debiera existir la policía. Y aunque seguramente la respuesta será resultado de una construcción colectiva, antes debe quedar en claro cuál es el rol que ha tenido históricamente: el de ser autoridad moral y garante del orden social en resguardo de los intereses de los grupos de poder. Entonces la sociedad argentina podrá curar algunas de sus heridas y los juicios a los represores no quedarán como un "hecho histórico" que cambiaron algo para que nada cambie.

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